Iglesia de San Martín de Fuentidueña

El peregrinaje de su ábside

El ábside de la Iglesia de San Martín permanece, entre nieblas y humedades, en la isla de Manhattan, en una colina con vistas al río Hudson, muy lejos de su inicial sede, con vistas al río Duratón y pico de San Blas, donde permaneció desde el siglo XII, hasta que un equipo del Museo Metropolitano de Nueva York se desplazó a Fuentidueña, para llevar a cabo la operación de su traslado y reconstrucción en la sección de Arte Medieval de dicho Museo, conocida como Los Claustros. Piedra a piedra, el ábside fue desmontado por una serie de trabajadores especialistas, y empaquetadas en cajas, que suponían 284 toneladas, que tras un azaroso y complejo recorrido hasta el puerto de Bilbao, se encaminaron a Nueva York. Hemos de añadir, y esto sí es preocupante, que se han detectado síntomas de deterioro de las piedras, tal vez por el contraste entre el frío seco de Castilla y la humedad de Nueva York. ¿Sería conveniente iniciar un proyecto para su recuperación y traslado a su lugar de origen?

El ábside, lo único que quedaba de la Iglesia de San Martín, totalmente arruinada, era uno de los mejores exponentes del arte románico rural en tierras de Segovia. Ya desde 1612, por su situación de ruina, en el libro de la parroquia, tal y como se recoge en la obra, «Fuentidueña y su Alfoz», del que es autor Justo Hernansanz Navas, se decía, «no se iba a ella en procesión el día de San Mateo, como era costumbre, por estar peligrosísima, y si se iba, no se entraba, porque estaba caída la techumbre».

A pesar de estar declarado monumento nacional desde el año 1931, fue cedido en préstamo permanente, por el Gobierno español, si bien, con ello se recuperaron seis paneles de San Baudelio de Berlanga, que actualmente se pueden contemplar en el Museo del Prado. También la restauración de la Iglesia de San Miguel, que apuntaba cierta ruina en la torre y la remodelación del cementerio. Es poco lo que se ha salvado de la destrucción y el abandono, pedradas aparte.

Hay quienes sostienen que las arcas municipales de la villa de Fuentidueña recibieron una aportación cuantiosa («Museo de la Niebla», autor, Gonzalo Santonja Gómez-Ajero, 2004), que se cuantificó en la cantidad de doscientas cincuenta mil pesetas, pero la realidad es que, nadie, contó con el Ayuntamiento, ni siquiera para un trámite informativo. Por supuesto, según el referido autor, ni rastro de las referidas doscientas cincuenta mil pesetas, aunque todos los indicios apuntan a que el pago ingresó, íntegro, en las bien guardadas cuentas del obispado de Segovia.

En todo caso, según apunta Santonja Gómez-Ajero en su obra, el Gobierno de Franco, cursada la oferta oficial en 1956, en lugar de proceder como correspondía, aceleró los trámites, suprimió enredos y acalló voces discrepantes, y a mediados del año siguiente, el Consejo de Ministros estampó el placet, firmando el Ministro de Educación a la sazón, Jesús Rubio el telegrama de adhesión. ¿Y la declaración de Monumento Nacional?

Gregorio Arroyo Hernansanz

2 comentarios en «Iglesia de San Martín de Fuentidueña»

  1. Goyo:Me ha encantado la descripcion que has echo del expolio del abside de nuestra querida villa,pero me temo,como dijo «papaito» Stalin sobre el oro del banco de España «estos españoles no lo vera nunca,de la misma forma que nunca se veran sus propias orejas»Soy Enrique Rodriguez,que tuvimos el honor de gozar de tu hospitalidad y bonomia.Abrazos

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